La salvia es una planta perenne que generalmente alcanza una altura de 30 a 60 cm, aunque en algunas condiciones puede superar el metro de altura.
Su tallo es ramificado, de color gris verdoso o plateado, con una textura ligeramente vellosa que le da un aspecto característico.
Las hojas de la salvia son opuestas, de forma lanceolada o elíptica, con un borde dentado o ligeramente ondulado. Son de un color verde grisáceo en el haz y de un verde más pálido en el envés. Tienen un aroma característico, fuerte y balsámico, que las hace fácilmente reconocibles.
La salvia florece a finales de la primavera y principios del verano, produciendo flores de un color azul-lavanda o violeta., dispuestas en racimos o espigas al final de las ramas. Son muy atractivas para los polinizadores, especialmente las abejas, que son fundamentales para la polinización de esta planta.
Entre sus usos destacamos el aceite esencial que se obtiene de sus hojas y flores, el cual tiene una gran demanda en la industria de la aromaterapia. Este aceite tiene propiedades relajantes, antisépticas, y digestivas, y se utiliza para tratar una variedad de afecciones, como dolores musculares, ansiedad, o incluso como repelente de insectos.
También en Infusiones: Las hojas de salvia se utilizan en infusiones o tés, conocidos por sus propiedades digestivas y calmantes. El té de salvia también se emplea para aliviar dolores de garganta, tos o problemas digestivos como la indigestión o la flatulencia.